viernes, 30 de septiembre de 2011

Lunna Canalla

Uno de esos días melancólicos en los que busco perderme entre los rincones de Madrid encontré un café cuyo nombre me hizo sonreir y recordar que yo también, en ciertas ocasiones, soy algo o bastante canalla, según la compañía, según las circunstancias, según…













Besos.

Lunna

martes, 20 de septiembre de 2011

Vamos a jugar a un juego

Quisiera dar las gracias a mi querida amiga Caricias por pasarme el testigo de este juego tan atractivo y excitante propuesto por los amigos de BDSMWorld.

Se trata de crear un relato, entre todos los blogs implicados, partiendo de unas premisas que nos permitan dar rienda suelta a nuestra imaginación, al magma oculto por la especial entrega que se forja en el mundo del BDSM.

Os adjunto a continuación esas sencillas premisas que constituyen el primer eslabón de una historia que bien pudiera estar ocurriendo al otro lado de nuestra ventana…a estas horas, en estos momentos.

Las premisas son las siguientes:

• Los protagonistas son Eva y Pablo y están en una cafetería.

• Cinco blogs se encargarán de escribir el 1º capítulo. Cada uno de esos cinco elegirá dos blogs para que escriban su versión del 2º capítulo. A su vez cada uno de los dos blogs, elegirá a otros dos para escribir el 3º, y así sucesivamente hasta tener un total de cinco capítulos.

El rumbo que vayan trazando, compartiendo nuestros dos protagonistas, será cosa nuestra, vuestra o solo de ellos.

Me toca narrar la quinta y última entrega de este relato compartido. Para mí ha sido un sugerente reto poner punto y ¿final? a la historia de Eva y Pablo.

Quiero dar las gracias a mi querida amiga Noor por su ayuda y complicidad.


Quinta parte:


Las sombras parecen esperar su turno y abalanzarse sobre el cuerpo desnudo de Eva.

-“Si mi Señora, todo muy bien. Como usted me ordeno. Espero haber estado a su altura”-

La voz de Juan chasquea en sus oídos como si fuera un latigazo. Eva se refugia entre las sabanas manchadas con la humedad de su sexo, con el sudor de su ajado cuerpo. La sensación de frío adormece su piel mientras el dolor parece filtrarse dentro, muy adentro, hasta su misma sangre, hasta su alma.

Los gemidos se van apagando ante la incertidumbre de lo que pueda ocurrir después, esa incertidumbre excita sus doloridos pezones y de algún modo hace más deseable la necesidad de servir a su amo.

-“Ven”- la voz de Juan suena imperativa pero cortes.
-“Ven, sígueme “- repite extendiendo su mano.

Eva se levanta manteniendo su cabeza inclinada en señal de acatamiento.

-“Entra y dúchate, deberás estar apetecible para satisfacer a Lady Yocasta”-
-“Si, mi Señor”-

El reducido espacio del cuarto de baño esta saturado de vapor con un fuerte olor a esencia. Eva olvida el dolor que estremece sus senos y sus nalgas al ver la bañera llena con agua caliente y espuma. Se sumerge lentamente en el agua maquillada con sales de baño con pétalos de te verde. La espuma envuelve su cuerpo. La sensación de alivio es tan intensa que por un momento tiene la necesidad de acariciar, de reconocer su cuerpo, incluso de masturbarse.

-“No sin permiso de mi Señor”- piensa.

Y sus manos regresan al borde de la bañera mientras cierra las piernas.


Del otro lado de la puerta el silencio solo se quiebra con las voces apagadas de Pablo y Juan; no puede entender sus palabras que teme sean augurios lacerantes, aunque su mayor temor es no ser capaz de satisfacer los deseos de su Señor. Los recuerdos acuden a su mente, el dolor, su mente recuerda el dolor. Recuerda haber sido sodomizada, humillada, vejada para satisfacer los deseos de su Señor y duda del límite de sus fuerzas. Recuerda el deleite de su Señor y el dolor se transforma en placer.

La puerta del baño se abre de golpe de golpe arrancando a Eva de sus pensamientos.

-“Fuera de ahí, perra”-

Las manos de Pablo jalan el pelo de Eva que ha de salir precipitadamente de la bañera. Su cuerpo parcialmente cubierto de espuma cae sobre las baldosas. Pablo calza unas botas militares con una suela gruesa y apoya violentamente su pie sobre el pómulo izquierdo de Eva aplastando su cara contra el suelo. El frío, ese flagelante frío se adueña de su cuerpo.

-“Ponte a cuatro patas y lame mis botas”-

Sin levantar la mirada Eva obedece a su Señor y comienza a lamer la bota izquierda. Tan absorta esta que no escucha entrar a Juan en el baño; una fusta de rabo de toro cuelga de su muñeca. Siente el azote, el primer e inesperado azote al que siguen otros más. A cada trallazo la quemazón arquea su espalda mientras su lengua sucumbe al dolor.

-“Más rápida zorra, termina cuanto antes. Luego deberás vestirte de forma adecuada para recibir a Lady Yocasta, ella será quien oficie tu ceremonia de iniciación”-

Las manos de Pablo jalan de nuevo su pelo y Eva no tiene más remedio que incorporarse con rapidez. Un segundo azote parece indicar a Eva que debe salir del baño. Desnuda, empapada, Eva se siente una marioneta cuyas cuerdas han sido cortadas, mientras la fusta impacta una vez más en sus nalgas.


Eva solloza entre dientes.

-“No vales para satisfacer mis deseos, eres una zorra que no puede provocarme una erección “-

Resulta un suplicio escuchar esas palabras, aún más que las vejaciones físicas, aún más que la sodomización de su cuerpo, aún más que cualquier otro castigo.

-“Vístete”-

Pablo patea la espalda de Eva que cae sobre el suelo del comedor.

Entre los dos hombres han retirado todos los muebles apilándolos junto a la puerta del baño. En el centro del comedor solo queda una silla, de la que cuelgan dos cadenas y algo parecido a una argolla metálica, y una mesa cubierta por un mantel de color rojo sobre el que se encuentran perfectamente ordenados un par de paletas de cuero con agujeros, un collar con púas , un bocado , al menos tres látigos de nueve colas, sogas de distinto grosor, varios dildos y consoladores, unas esposas metálicas, un arnés adornado con una especie de pene, agujas , velas , pinzas de madera, unas bolsas de plástico y otros instrumentos que recuerdan al material quirúrgico. En un extremo de la mesa hay una gran bolsa de tela negra con una rosa bordada.

-“Vístete con la ropa que hay en la bolsa; Lady Yocasta no tardará”- la voz de Pablo es imperativa y no admite demoras.
-“Como ordenes, mi Señor”- asiente Eva, sin levantar la cabeza.

Juan se aproxima al balcón que da a la calle principal y abre sus hojas; el fresco de la noche agita los flecos del mantel rojo, el tráfico a estas horas resulta denso y ruidoso.

Eva vacía la bolsa de tela negra; en su interior cuidadosamente dobladas encuentra unas medias, un bustier y sus zapatos italianos.

Lentamente, para no hacer ninguna carrera, se pone las medias negras con costura trasera y encaje a la altura del muslo, después se calza sus zapatos italianos de tacón de aguja; resultaba claro que mientras Eva se bañaba Pablo, Juan o ambos habían revuelto entre sus ropa hasta encontrar las medias y los zapatos.

El bustier negro, entrelazado por delante y fruncido en los ribetes, llevaba cuatro tiras portaligas; es una prenda sumamente erótica que elevaba sus pechos y deja, al descubierto, su sexo depilado.

-“Acércate a la silla”-

Eva obedece con celeridad pero, antes de sentarse, las manos de Pablo aferran sus hombros y doblan, sobre el respaldo de la silla, su tronco para a continuación separar con violencia sus piernas.

Juan se aproxima y cubre sus ojos con una tela de satén.

En esa posición las nalgas y el sexo de Eva podían ser sometidos a la voluntad, a los deseos de Pablo y Juan.

Un azote seco, inesperado, es el primer aviso, unos instantes después tres dedos se introducen en su sexo, como si intentaran llegar hasta lo más profundo de su ser. Son dedos hábiles, forzando el diámetro de su vagina. Eva abre su boca para dejar escapar un gemido pero un pene la llena. Cree asfixiarse.


-“Lame mi miembro, zorra”- la orden de Juan resultaba humillante, ella hubiera deseado que el miembro fuera de Pablo.

Su lengua comienza a lamer lentamente la contundente soberbia del miembro viril mientras los dedos continúan entrando y saliendo violentamente de su vagina; era como si estuviese siendo poseída y esa sensación humedece su sexo.

Cuando estaba cerca del orgasmo Pablo retira los dedos, unos instantes después un dolor punzante en los labios de la vulva le hace estremecer. Es una presión lacerante, mordaz, pero no imagina la causa.

Pablo parece adivinar sus pensamientos.

-“Te he aplicado cinco pinzas de madera, cuatro en los labios y una quinta en tu clítoris”-

El dolor se apoderaba de su vientre y de sus piernas abiertas en V; la posición de la cabeza, mientras practica la felación, agarrotaba su cuello y espalda. Desea ignorar y derribar aquellos límites que impiden su total entrega pero le resulta difícil.

Y ahora, no sabe que son los dos o tres primeros impactos; si, son gotas, gotas de cera caliente resbalando sobre sus nalgas, hasta su sexo. El olor de la cera y su candente tacto estremecen su espalda en el mismo instante que Juan eyacula en su boca.

Eva siente que su mundo era angosto, siente humedecerse su sexo y anegarse su boca, siente la violencia del ruido del tráfico y la suavidad de las medias, siente el mordisco de la madera junto al deseo de huir y el gozo de continuar apoyada sobre la silla solo para el deleite de su Señor.

-“Lady Yocasta, enseñara a esta zorra lo que de verdad implica la sumisión”-

La voz de Pablo paraliza sus pensamientos.

-“Te quedaras a solas con ella”-
-“No, mi Señor, no me dejes sola, no me dejes sola, no”-

El pánico invade a Eva, nada le ataba a la silla solo la necesidad de entregarse a la voluntad de su Señor. No podía concebir que Pablo, su Señor, le abandonara a su suerte, sabia que no había estado a la altura de sus deseos pero aún no estaba preparada para ser de otra persona sin él cerca.

-“No mi Señor “- suplica incorporando su cuerpo a la vez que se quita la tela de los ojos.
-“Estate quieta zorra”- ordena Pablo -“No me repliques nunca más”-
-“No, mi Señor, no me dejes”- suplica entre lagrimas mientras olvida el dolor que producen las gotas de cera y las pinzas de madera.
-“Estate quieta, zorra, no vales para ser mi sumisa, no me importas nada. Deja de mirarme a los ojos”-

Eva se aferra al brazo de Pablo, pero éste con un enérgico ademán arroja a Eva en dirección al balcón junto a los pies de Juan que permanecía en silencio, ajeno a todo, mientras parecía buscar con la mirada a alguien en la calle.

-“Ese es el coche de Lady Yocasta”-

Juan se gira hacia Pablo que mira despectivamente a Eva.

-“Ella te enseñara, serás de ella”-
-“No mi Señor, hare todo lo que me pidas pero deseo estar junto a ti, no te fallaré nunca más”- su llanto resulta casi enfermizo.
-“Mírate, eres un desecho, no mereces ser mi sumisa, deberías estar muerta”-

Las palabras de Pablo son un brutal azote sobre el cuerpo de Eva.

-“Como ordene mi Señor”- asiente mirando hacia el balcón.

Haciendo acopio de sus fuerzas, Eva se incorpora y corre hacia la barandilla que separa la vida de la muerte deseada.

-“¡Juan, detenla antes de que haga una locura!”- grita Pablo

Juan se interpone en la huida de Eva; el cuerpo de ella queda atrapado entre los vigorosos brazos de Juan.

Eva patea, llora, trata de golpear a Juan pero nada parece afectar la solidez de su presa.

Eva se desmorona momento que Juan aprovecha para llevarla hasta la silla; Pablo arropa con el tapiz rojo el cuerpo de Eva; sobre el suelo quedan esparcidos todos aquellos instrumentos que minutos antes aterrorizaban a Eva.

Juan retira cuidadosamente las pinzas de madera mientras Pablo acaricia lentamente el pelo de Eva. Ella no acierta a entender la nueva situación pero las caricias de Pablo logran que se calme refugiándose en el mantel ceremonial.

-“Has superado la prueba de iniciación, no existe Lady Yocasta, todo era un engaño para ver, para calibrar tus limites, para valorar tu entrega y es curioso como has reaccionado ante la petición más dura e indirecta”-
-“Pablo, el baño esta preparado”-
-“Gracias Juan; anda, date un baño mientras recogemos todo y nos marchamos, te has ganado ser mi sumisa, ahora comenzaremos una nueva andadura donde recibirás y encontraras el placer a través de mis deseos y yo recibiré de ti el placer desde tu más absoluta entrega”-
-“Si mi Señor, mi amado Señor”-

Eva entra en el baño y se desnuda despacio, el cuerpo le hierve, la excitación resulta placentera y el dolor lacerante solo un recuerdo. Se sumerge entre los pétalos de té y cierra los ojos. Lo había logrado, se sentía capaz de sufrir cualquier disciplina, cualquier prueba que su Señor ideara. Era tanta la tensión dejada atrás, era tan fuerte el deleite que se adueñaba de si cuerpo que alcanza un inesperado orgasmo. El placer le vence, cierra los ojos. Desde el comedor llegan ruidos como si desplazaran los muebles pero nada importaba ya.

El timbre de la puerta suena dos veces, Eva escucha como la puerta del piso se abre. La voz profunda de Pablo llega hasta sus oídos.

-“Adelante, Lady Yocasta, todo esta dispuesto como ordenó y mi zorra aguarda en el baño. Es toda suya”-

Dentro de la bañera, envuelta en espuma, Eva rompe a llorar.




(Todas las fotos que aparecen en este post estan cogidas de la red, si alguno de sus autores quiere que la retire, solo tiene que comunicarmelo.)

Besos.

Lunna.